Por Peter Gelderloos para Crimethinc
No es ningún secreto que tanto la democracia como el capitalismo están en crisis. Durante más de medio siglo, los planificadores estatales y sus expertos solo tuvieron que justificar la democracia como «mejor que el comunismo (estatal)». Para los años ‘90 y la mayoría de los 2000, no tenían que ofrecer ninguna justificación. La democracia era la única posibilidad imaginable, el destino teleológico de toda la humanidad.
Hoy en día, ese ya no es el caso. En el escenario mundial, las instituciones democráticas de cooperación interestatal están en ruinas, y el surgimiento de nuevas alianzas y nuevas posturas sugiere que una alternativa está comenzando a unirse. A nivel de estados nacionales específicos, el terreno central que permitió un amplio consenso social durante muchas décadas casi se ha erosionado. Hay movimientos crecientes en el derecho a reformular el contrato social, y, en los márgenes más alejados, para acabar con la democracia por completo, mientras que la izquierda está preparando un terreno para renovar la democracia y suavizar sus contradicciones al renovar el sueño de inclusión universal e igualdad. Ambos movimientos sugieren que la democracia tal como existe actualmente no puede continuar.
Mientras tanto, la crisis financiera mundial de 2008 no se resolvió, sino que simplemente se evitó mediante la privatización masiva de los recursos públicos y la creación de nuevas burbujas financieras aún más grandes para absorber temporalmente el exceso de capital. El capitalismo necesita desesperadamente un nuevo territorio al que expandirse. Cualquiera que sea la estrategia que adopten los capitalistas, tendrá que ofrecer un crecimiento exponencial en oportunidades de inversión rentables y una solución al desempleo masivo que podría afectar a más de la mitad de la fuerza laboral mundial, ya que la Inteligencia Artificial y la robotización la vuelve redundante.
Estas dos crisis están íntimamente conectadas. Los capitalistas apoyarán los modelos gubernamentales que protegen sus intereses, mientras que solo el Estado puede abrir nuevos territorios para la acumulación de capital y sofocar la resistencia que siempre surge.
Tirando de las costuras expuestas en este intersticio, podemos comenzar a realizar un diagnóstico del futuro que quienes están en el poder están tratando de poner en orden para tratar de enterrar las posibilidades divergentes y emancipatorias que tenemos ante nosotros.
Si no hacemos nada, esta Máquina contra la que estamos luchando corregirá sus fallas. Si analizamos esos fallos de funcionamiento y las soluciones propuestas, podemos actuar de
manera más inteligente. La crisis nos ofrece una oportunidad para una revolución que podría abolir el Estado y el capitalismo, pero solo si entendemos cómo evoluciona la dominación y nos proponemos bloquear su avance, en lugar de allanar el camino para nuevas formas de dominación como lo han hecho tantos revolucionarios en el pasado.
Para lograr esto, examinaremos la arquitectura del sistema mundial actual e identificaremos exactamente qué falla en este sistema mundial. El diagnóstico explicará qué necesita el capitalismo para salir de la crisis actual y qué propuestas le ofrecen el horizonte más prometedor, centrándose en la posibilidad de una expansión bioeconómica. Paralelamente, analizaremos la crisis de la democracia, tanto a nivel de la nación-estado como a nivel de la cooperación interestatal, global, comparando las perspectivas de soluciones fascistas, democráticas progresistas, híbridas y tecnocráticas para restablecer la paz social y satisfacer las necesidades de los capitalistas. Dentro de esta discusión, veremos el cambio climático, entendiéndolo como un eje que condiciona las crisis gubernamentales y económicas y también sugiere, o incluso requiere, una síntesis en las respuestas a esas dos crisis.
Finalmente, abordaremos lo que todo esto significa para nosotros y nuestras posibilidades de acción.